Otra historia de la ópera

Título: Otra historia de la ópera
Publicado por: Ma Non Troppo
Fecha de publicación: Febrero de 2021
Páginas: 315
ISBN: 978-84-18703-00-3

Tras dos años de trabajo, en la pandémica primavera de 2020 terminé de escribir este libro que habla de ópera utilizando como pretexto la muerte de sus personajes, cosa que sucede en tres de cada cuatro títulos representados en los teatros de todo el mundo. El trabajo es el resultado de la confluencia de tres importantes facetas en la vida de un médico, escritor y melómano con especial devoción por la ópera.

Para ello seleccioné unos 250 personajes de casi 200 óperas y los agrupé por modos de morir, tanto desde el punto de vista jurídico (causas naturales, homicidio, suicidio, ejecución, duelo, violencia doméstica) como el del mecanismo de producción de la muerte (heridas por arma blanca o de fuego, combustión, intoxicación, asfixia, emoción intensa, misterio sobrenatural).

El doble reto que me impuse al emprender este original y espero que ameno trabajo de divulgación fue agradar al buen aficionado a la ópera y despertar el interés por ella a quien aún no lo sea.

 

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Violeta Valéry (La Traviata) 

Verdi compuso la música de La traviata sobre un libreto de Francesco Maria Piave basado en una adaptación teatral de La dama de las camelias, de Alejandro Dumas (hijo). La novela original está inspirada en las relaciones amorosas de su autor con una prostituta de lujo parisiense llamada Marie (Alphonsine) Duplessis, otro de cuyos ilustres y fogosos amantes fue Franz Liszt. La Marie de la novela se convierte en la obra teatral en Margarita Gautier, y ésta en la Violeta Valéry de la ópera de Piave/Verdi. 

Shelley, colega y admirador de la poesía de su compatriota británico Keats, llegó a escribirle que «esta consunción es una enfermedad particularmente amiga de gente que escribe poemas tan buenos como los tuyos». Dumas publicó la novela en 1848 y Verdi estrenó su ópera en el teatro La Fenice de Venecia en 1853. Debieron transcurrir casi treinta años hasta que en 1882 el microbiólogo alemán Robert Koch demostró que la tuberculosis era una enfermedad infecciosa, y por tanto contagiosa, producida por una micobacteria bautizada «bacilo de Koch» en su honor. 

En cuanto al mundo musical del siglo XIX, dos de los mayores héroes musicales del Romanticismo, Niccolo Paganini y Frédéric Chopin, padecieron la enfermedad. La extremada delgadez y blancura de sus manos originó la leyenda de que la tisis les había alargado los dedos, una gran ventaja tratándose de dos virtuosos del violín y del piano, respectivamente.

Por otro lado, en el ideario romántico languidecer y apagarse lentamente hasta el último suspiro se consideraba una bella manera de despedirse de la vida: «La muerte y la enfermedad suelen ser hermosas, como la fiebre tísica de la consunción», afirmó en 1852 Henry David Thoreau, el filósofo y ensayista autor de La desobediencia civil. Sobre todo entre 1780 y 1850, la estética tuberculosa se identificó con el ideal de belleza femenina.

Una de las creencias populares que alimentaron la mitología tuberculosa durante la primera mitad del siglo XIX fue que la enfermedad provocaba "raptos" de creatividad o euforia, la célebre spes phtisica (esperanza tuberculosa), de intensidad creciente a medida que la enfermedad avanzaba hasta alcanzar el clímax inmediatamente antes de expirar. Es la falsa esperanza que se apodera de la agonizante Violeta Valéry cuando, aparentemente reanimada, se incorpora y declama ante los acongojados presentes: 

«¡Es extraño! (...)
Los espasmos del dolor han pasado. Siento renacer en mí un vigor extraño. ¡Ah!. Vuelvo otra vez a la vida,
¡Qué felicidad!» 

para acto seguido desplomarse sin vida sobre el sofá.