Apreciado señor:
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Siguiendo sus instrucciones, hemos entregado a Cáritas la ropa de su señor padre y le agradecemos la donación de sus libros y del transistor, que serán de utilidad para los residentes. En el cajón de su mesilla hemos encontrado un sobre que contenía una especie de poema dirigido a su madre, que le transcribo a continuación:
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«¿Qué si te sigo queriendo?
¡mujer, qué cosas tienes!
Pero, vamos a ver, ¿a ti quién te ha dicho
que te quise alguna vez?
Si querer es desear, tal vez, pero
¿acaso es amar competir por un trofeo?
¿jactarse ante los rivales de haberlo conseguido?
¿regalarte para tenerte contenta?
¿engalanarte para alegrar mi vista?
¿satisfacer mi deseo en tu interior?
¿decirte lo rica que está tu comida?
¿llenarte cada día el cesto de la plancha?
¿aliviar mi soledad con tu presencia?
Dime, mujer, ¿es esto haberte querido?
Ahora que ya somos viejos,
que de nuevo estamos sin hijos,
y vivimos de la misma renta
Ahora que comemos a mesa puesta,
que planchan nuestra ropa,
y que dormimos separados
como Dios manda en esta Residencia.
Ahora que olvidamos juntos las mismas cosas,
que ya no puedes ponerte guapa
aunque me llegara la pensión para afeites y joyas
Es cuando espero impaciente el amanecer
para volver a encontrarme contigo,
pasear sin prisa ni rumbo, cogiditos de la mano,
y mirarnos a los ojos para decírnoslo todo
sin pronunciar ni una palabra.
¡qué cosas tienes, mujer!
¿que si te sigo queriendo?
¡Ahora es cuando te quiero!»
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La carta está fechada el mismo día en que esta maldita epidemia se llevó también a su señora madre, por lo que no pudo recibirla. Esperamos que su emotivo contenido le consuele a usted de tan sensibles pérdidas.
Atentamente
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La Dirección de la Residencia de Mayores «La Esperanza»
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(Relato ganador del Concurso de Microrrelatos «Con R de Reflexión» convocado por Médicos Mundi La Rioja en su edición de 2022)