No, el título de esta columna no contiene un error. En seguida lo explico.
Si usted no puede leer este texto sin lentes correctoras, padece una discapacidad visual. No grave, claro, pero para muchas cosas, invalidante. El ojo humano es una chapuza anatómica tan grande que una aplastada mayoría absoluta de los españoles (el 53,4%, 25 millones), necesitamos gafas o lentillas para poder desarrollar nuestra actividad por padecer algún grado de miopía, hipermetropía y/o astigmatismo o presbicia. Un servidor, desde chaval, y durante cuarenta y dos años no hubiese podido estudiar, escribir ni desde luego operar, o sea trabajar, sin gafas. No quiero ni pensar el dineral que me voy dejando en monturas y cristales, pero si hubiese necesitado una prótesis de cadera, una válvula cardíaca o hasta un riñón nuevo para poder seguir funcionando, el sistema nacional de salud me los hubiese proporcionado gratis. Las gafas, sin embargo, tuve que costeármelas con Franco, con la UCD, con el PSOE, con el PP y sigo haciéndolo con un gobierno de coalición autodenominado «progresista» que presume de garantizar la sanidad universal gratuita y rechazar cualquier copago en materia de salud.
Se me dirá que, en sentido estricto, la visión borrosa de cerca, o de lejos, o la vista cansada, no son enfermedades. Pero el embarazo o la fertilidad masculina tampoco lo son, y la sanidad pública financia el aborto y la vasectomía. Además, los trastornos de la refracción ocular sí imposibilitan el trabajo y dificultan la vida si no se corrigen, bien con lentes de por vida o de una vez, mediante una sencilla intervención ambulatoria que dura menos de diez minutos. Entonces, ¿por qué no entra en el Seguro como las varices, los juanetes o, sin salir del ojo, las cataratas?
Si el problema es la pasta (y no la de las monturas), que gobiernos y gobiernitos dejen de despilfarrarla en ministerios y consejerías inútiles, ejércitos de asesores, compras de votos, chiringuitos, mamandurrias, propagandas sectarias o subvenciones ideologizadas y la destinen a mejorar la salud visual y por tanto la vida de más de la mitad de la población. Ningún partido político ha incluido jamás en su programa electoral la corrección gratuita —o desgravable, al menos— de los defectos visuales. Ninguno. En este aspecto, parece importarles más el bienestar animal que el humano.
Propongo crear un Partido de la España Gafada (PEGA); seguro que obtendría escaños suficientes para apoyar a gobiernos minoritarios que pactan con la morralla política para sobrevivir. A cambio, sólo pediríamos ver mejor de balde. Y lo siguiente, por supuesto, serían las caries. Lentes o láser y empaste gratis, eso sí sería progresista y no tanto postureo ideológico. Vano, sí, pero carísimo y pagado por todos.