La vida sigue igual

LA GRIPE SIGUE IGUAL

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Hace veinticuatro años los médicos del extinto San Millán estábamos en guerra contra la dirección del hospital y una de las cosas que hicimos con intención de perjudicarla fue colar fotógrafos de la prensa local en una habitación atestada de camas cruzadas. Los mayores responsables de que los pacientes estuvieran como piojos en costura éramos nosotros, ya que sólo los médicos, y no el gerente, el director provincial del INSALUD o el presidente del Gobierno, teníamos y seguimos teniendo la facultad de ordenar ingresos y dar altas. Pero allí estábamos, tan pichis, mostrándoles a los periodistas el “caos intolerable” que achacábamos a la dirección por su “mala planificación” y la “falta de recursos” que abocaban al “colapso de la sanidad riojana” mientras los sindicatos del ramo denunciaban “el grave deterioro de las condiciones laborales de los profesionales sanitarios riojanos” por efecto de una sobrecarga de trabajo causante de “insatisfacción, inseguridad, impotencia y estrés”. Sin embargo, tras una dilatada experiencia asistencial y de gestión entiendes y aprendes muchas cosas. Como que todos los inviernos durante varias semanas se produce un “pico” epidémico estacional de procesos gripales que multiplica por diez la demanda de asistencia para una plantilla y unos recursos hospitalarios racionalmente dimensionados para atender las necesidades ordinarias; que ello sobrecarga inevitablemente los dispositivos asistenciales pero sobre todo Urgencias, donde afluyen indebidamente muchos pacientes que podrían atenderse en Atención Primaria; que si los médicos mantenemos habitualmente ingresos y estancias inadecuados, en épocas de mayor presión asistencial se hospitaliza a mansalva, en muchos casos por comprensibles razones defensivas más que clínicas, no mandes a casa a uno de esos catarros que entre mil acaban en neumonía grave y te la cargues, encima; y, en fin, que siempre hay organizaciones oportunistas prestos a manipular estas situaciones para desgastar al poder que gestiona el ramo intoxicando a la opinión pública. Así que, cuando leo las actuales demagógicas declaraciones de algunos líderes políticos y sindicales riojanos sobre la última saturación del San Pedro por el repunte invernal de las afecciones respiratorias, de las que he extraído las expresiones entrecomilladas más arriba y no de la prensa de 1987, pienso en lo poco que han cambiado las cosas desde entonces y que la gripe, como la vida, sigue igual; como mucho cambia la cepa. Porque, hogaño como antaño, tales cosas sólo pueden decirse por desconocimiento que no excluye la intención aviesa. En mi caso al menos, hubo ambas cosas. En el de estos señores, imagino que también.  

(Esta columna fue publicada en enero de 2011. La reproduzco por su actualidad)