El gas del sultán

(Zarzuela moruna)

.

Acto I. Instalado en la soledad del trono, el sultán alauí Mojamé El-Ohal VI sufre alucinaciones, presa de tres obsesiones: liquidar al autoproclamado Gobierno Árabe Saharaui (GAS), la hostilidad con sus vecinos de desierto argelinos, y, depositario de un resentimiento dinástico, el odio hacia el reino de España (Escena de locura: ¡Malditos cristianos, argelinos y polisarios!). Un emisario trae una mala noticia: el presidente del GAS protegido de Argelia, Matías Gali, ha ingresado de incógnito en un hospital español por orden del artero Perosancho, valido del rey Flippo VI. El sultán monta en cólera y promete venganza (Cavatina: ¿Dónde coño está ese Logroño?.

.

Acto II. Mojamé lanza un ejército de monas (moritos no acompañados) contra Ceuta (Coro: Somos hijos putativos del sultán) y envía a la península a la turbia intrigante Khalima para presionar a Perosancho (Romanza: Ahora os jodo con lluvias de lodo). Ya fuera de peligro, Gali pretende darse una vuelta por la Laurel pero, alertado el imán, logra atraerlo a la ley coránica revalidando el juramento antiporcino (Balada: ¡Jamás jamé jamón y jamás lo jamaré!). Superado por la crisis migratoria, el temerario Perosancho se baja los pantalones ante Mojamé y reconoce su soberanía sobre el Sáhara Occidental (Arieta: Que se lo quede y deje de tocar los dátiles). El caudillo argelino Azdelmadriz amenaza con cortar el suministro de gas a España y el ingrato Gali se burla de la humillante postura adoptada por Perosancho ante Mojamé (Barcarola Así la clave hasta la bola) y exalta los ánimos de los suyos (Coro de Polisarios ¡Abajo los sextos!, o sea Flippo y Mojamé).

.

Acto III. Azdelmadriz ha cortado el paso del gasoducto del Magreb por el reino alauí y, necesitado de gas, el sultán ordena a Khalima espiar al gobierno español para obtener información comprometedora (Quiero a este pringao por los huevos agarrao). De ese modo, Mojamé se hace con mensajes explosivos de Perosancho («Tranqui Pablo, que el borbón no se come el turrón», «Sé fuerte, Carles, que el próximo indulto es el tuyo», «Félix, el sábado se me casa un cuñado en Albacete, búscame alguna mierda oficial cerca que justifique el Falcon»). Al verse chantajeado, el valido promete a Mojamé burlar el veto de Argelia pasándole el gas que aún le vende a España, pero como si procediera del yacimiento de Sotés (Aria: Querido sultán, en La Rioja no todo es vino, chorizo y pan). Un súbito apretón sienta de nuevo a Mojamé en el trono, donde, golpeado por la tufarada, regresan las alucinaciones provocadas por los efluvios del más natural de los gases, el mismo metano que generan el caviar del sultán y el cuscús de sus vasallos. (Final: ¡Maldito GAS polisario!).