Acercamientos

Que me perdonen las víctimas del terrorismo etarra, pero no me parece tan grave que acerquen a presos que cumplen sus condenas en cárceles alejadas de los suyos. Lo cual, dicho sea, han hecho todos los gobiernos del PSOE y PP que en España han sido, aunque ambos utilicen también este asunto como arma arrojadiza, y el primero, además, como moneda de pago. Creo que los condenados por sus delitos ya lo están pagando, merecidamente, con pasar sus mejores años privados de libertad (y no pudriéndose, siempre se dice eso pero no se conoce un solo caso de recluso que se haya podrido en la cárcel). Y que lo hagan lejos de sus seres queridos es una pena accesoria impuesta a estos no dictada por tribunal alguno. Queridos, sí, porque hasta el más cobarde y sanguinario de los asesinos tiene padres, hermanos, pareja, hijos y amigos que bien lo quieran. Ahí tienen, por ejemplo, al verdugo de veinticinco asesinatos Iñaki de Juana Chaos, que con ese impresionante curriculum mortis y su careto de perdonavidas (es un sarcástico decir) enamoró a una chica mucho más joven y bien parecida con la que acabó casándose en la cárcel, y aquellos polvos vis a vis trajeron un chiquillo que a buen seguro adora a su papá cuando le compra chuches en el escondrijo venezolano donde la familia se refugió cuando la alimaña huyó de esa justicia española que te mete 3.000 años de trena y te suelta a los dieciocho.

Pero, a lo que iba. Si a un servidor no le parece mal que trasladen a los dejuanas que aún no han soltado (o se han fugado) a un penal más cercano a su pueblo para alivio de quienes los aprecien, imaginen lo que opino de negarle al rey pretérito Don Juan Carlos el acercamiento a su casa, donde nunca ha sido imputado, juzgado ni condenado y donde mucha gente lo admira y aprecia, no digo la familia, claro, pero sí ciudadanos con memoria histórica de la sana, amigos y camaradas de briboneo. Y que este gobierno presidido por un sinvergüenza lo trate como a un apestado mientras se conchaba con un terrorista convicto como Otegui para mantenerse en el poder ya ni nos escandaliza. Ahora bien, que Felipe VI y la reina consorte (pero que mucha sorte, esta chica) hagan lo mismo me parece lamentable. Al actual rey le recordaría que borbones mucho más bribones, como sus antepasados Fernando VII, Isabel II o Alfonso XIII, poseen intocables estatuas y calles dedicadas en la capital del reino, y admirados goyas y madrazos colgados en el Museo del Prado. Es cuestión de tiempo, majestad. (A ver, muchacho, que es tu padre, y si no lo quieres, al menos respeta a quien le debes la vida y el puesto de trabajo. No me seas más sanchista que Sánchez. Ni, algo peor, mal hijo. Dejémosle morir cerca de su casa, como a Txapote, y que sea la Historia quien lo juzgue.)