La igualdad es el «principio que reconoce la equiparación de todos los ciudadanos en derechos y obligaciones», pero en 2008 ZP creó un Ministerio de Igualdad para erradicar «toda forma de discriminación por razón de sexo, origen racial o étnico, religión o ideología, orientación sexual, identidad de género, edad, discapacidad o cualquier otra condición o circunstancia personal o social». Todo muy bien, pero olvidaron incluir una de las mayores desigualdades que padecen la mitad de los españoles: la discriminación territorial.
En el terreno fiscal, hay notables diferencias en deducciones del IRPF como la vivienda habitual (1.000 euros en Madrid, 300 en Extremadura, Cataluña o Galicia) o la procreación (de los 270 en Comunidad Valenciana a los 2.700 en Galicia). Los tipos impositivos aplicados a autónomos, otro ejemplo, oscilan entre el 9% y el 24% según la taifa donde tributen. En cuanto a diferencias salariales, una enfermera rasa de Osakidetza puede ganar hasta 7.000 euros más que otra del SERMAS (pero cobrar menos).
A esta desigualdad ignorada por Igualdad contribuye la tradicional avidez recaudatoria de la izquierda, como el Impuesto de Sucesiones y Donaciones. Un tributo confiscatorio y auténtico robo que grava otra vez el dinero o el piso que ya fueron suficiente pasto de impuestos y que usted ha ahorrado o compró para legárselo a sus herederos. Si dona dinero a su hijo en Madrid pagará el 1% (como aquí antes, ahora hasta el 50%) pero en Toledo hasta el 34% de la base imponible. Y si su piso está en la orilla izquierda del Deva (Asturias) apoquinará hasta el 13%, pero el 0% si está en la derecha (Cantabria). Encima, los más esquilmadores acusan a quienes ejercen menos presión fiscal de dumping, deslealtad fiscal y agravio comparativo. ¿Más desleal que arrebatarles los ahorros incluso a sus votantes y más agraviador que trincar diferente según la Autonomía?
Un exhaustivo estudio de la UNED describe la existencia de cuatro Españas: rica, acomodada del norte y cantábrica (que incluye La Rioja), mediterránea y pobre. En ese orden, hay una disminución progresiva de la renta per cápita y un aumento de las tasas de emigración, desempleo, abandono escolar, pobreza y riesgo de exclusión social (11 millones, según Cáritas), agravadas por la pandemia. En suma: una manifiesta desigualdad entre territorios, es decir, entre españoles, con clara ventaja del Norte sobre al Sur, y de los privilegios forales vasconavarros ni hablamos. La hoy tan de moda España vaciada solo es una consecuencia de la España desigual de siempre.
Conclusión: en España «puede haber ministerios de cualquier cosa» (García-Page), incluso de Feminismo, vale, pero no lo llamen de Igualdad porque parecería una broma si no fuese una burla.